CINCO ASPECTOS PARA EJERCER UN VOTO LIBRE, SECRETO Y RAZONADO

13.05.2015 22:39

NOTA DE REDACCIÓN.- Por estar los tiempos políticos en varias entidades de México para elección de gobernadores, alcaldes, diputados locales y federales, además de senadores, que se efectuará el 7 de junio próximo, vale la pena reproducir un artículo del periodista Jesús Cantú Escalante, que ilustra ampliamente a los ciudadanos para conocer a detalle los CINCO ASPECTOS PARA EJERCER UN VOTO LIBRE, SECRETO Y RAZONADO publicado en:

https://egresados.itesm.mx/vinculacion/Edi_70/edi70_revista_9.htm

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CINCO ASPECTOS PARA EJERCER UN VOTO LIBRE, SECRETO Y RAZONADO

Jesús Cantú Escalante (LEC’74)

Votar es mucho más que elegir al azar. La tarea del electorado consiste en conocer las posturas y compromisos de los candidatos, la historia personal de sus equipos de campaña, la relación que sostienen con su partido, la congruencia entre su plataforma electoral y la historia del partido y su programa de gobierno.

El voto razonado, libre y secreto es una poderosa y eficaz herramienta de cambio social. Es el instrumento que la ciudadanía tiene a su disposición para participar e influir en la conducción de los asuntos públicos y para manifestar la aprobación o desaprobación con los gobernantes, los partidos políticos y las políticas públicas.

En México, dicha herramienta todavía adolece de algunas limitaciones, pues lamentablemente aún no existe la posibilidad de reelección inmediata, lo que permitiría utilizarla más eficazmente como instrumento de rendición de cuentas, al apoyar o rechazar a legisladores o alcaldes que soliciten nuevamente el voto popular. Tampoco existen a nivel nacional –aunque sí en algunos estados de la República Mexicana– los instrumentos de democracia directa (plebiscito y referéndum) que permitan a la ciudadanía aprobar o rechazar directamente las políticas públicas, a través del voto mayoritario.

Pese a estas limitaciones, el poder transformador del voto se manifestó en México, particularmente a partir de 1996, año que marcó un parteaguas en la democracia electoral pues, desde ese momento, todas las fuerzas políticas acataron plenamente los resultados electorales emanados de las urnas y sancionados por las autoridades electorales.

La plena vigencia del equilibrio de los tres poderes justamente surgió por decisión popular expresada en las urnas en las elecciones del 6 de julio de 1997, cuando el Ejecutivo perdió la mayoría en la Cámara de Diputados. Y es la misma ciudadanía, con su voto mayoritario, la que el 2 de julio de 2000 decidió la alternancia en la Presidencia de la República y la existencia de lo que algunos han denominado “gobiernos divididos”, al negarle al presidente la representación mayoritaria de su partido en el Congreso en tres elecciones sucesivas (1997, 2000 y 2003). Esto, obviamente, sin hacer un recuento de los cambios a nivel municipal y estatal, cuya transformación empezó a partir de la década de los 70 y de 1989, respectivamente.

Ante el poder que ha adquirido el voto como instrumento social de decisión es necesario reconsiderar su importancia y reflexionar sobre el acto de sufragar para favorecer a uno u otro partido político. Votar no se trata de elegir al azar. Para emitir un voto razonado se requiere de información que permita sopesar fortalezas y debilidades, ventajas y desventajas, así como posibles consecuencias de votar por cada una de las opciones disponibles.

Para obtener la información necesaria para decidir razonada y responsablemente se requiere escudriñar mucho más allá de las estrategias de mercadotecnia política que intentan vender a través de imágenes, frases y actos espectaculares, pero carentes de contenido y compromiso.

En el proceso para decidir por quién votar propongo explorar, más bien, los siguientes cinco aspectos:
1. Antecedentes públicos y privados de cada candidato. Implica conocer su historia personal de posturas y compromisos frente a temas específicos y de militancia partidista; relación con sus benefactores de campaña (si ha tenido antes otros cargos de elección popular); declaraciones patrimoniales...
2. Integrantes e historia personal de los miembros del equipo de campaña del candidato.
3. Relación entre el candidato y su partido.
4. Historia y documentos básicos del partido o coalición, y su congruencia con la plataforma electoral de los candidatos.
5. Programa de gobierno del candidato. Esto resulta fundamental para escudriñar especialmente en los cómos, debido a que en los qués normalmente habrá coincidencia entre todos los candidatos, elevar las tasas de crecimiento, abatir el desempleo, mantener la estabilidad económica o mejorar la calidad de la educación. Sin embargo, las diferencias consisten en la viabilidad de las propuestas estratégicas.
Con estos y otros elementos que se consideren convenientes, cada ciudadano debe ordenar sus ideas y elegir por quien votar. Una vez tomada la decisión debe sufragar libre y secretamente, rechazando cualquier tipo de presión u ofrecimiento en efectivo o en especie para variar el sentido de su elección. Esto es especialmente importante porque, de acuerdo con la última encuesta de Latinobarómetro, el 55 por ciento de los mexicanos supo de “alguien que en las últimas elecciones presidenciales (2000) fue presionado o recibió algo a cambio para votar de cierta manera”. Este dato contrasta notablemente con el promedio latinoamericano (29 por ciento).
   
Recordemos que el próximo 2 de julio elegimos presidente, diputados y senadores y, en varios estados de la República Mexicana, alcaldes, diputados locales y gobernadores, por lo que el ejercicio de información y reflexión que aquí propongo debe repetirse para cada uno de los votos a emitir.

Para finalizar, retomo una reflexión de Michelangelo Bovero, quien dice que la institución de las elecciones es compatible con la democracia, siempre y cuando los ciudadanos no se transformen, de electores por un día, a sujetos pasivos por años, sino a ciudadanos y críticos activos. El ciudadano como elector es una especie de juez de los candidatos, que después de las elecciones debe prolongar su actividad tornándose en juez de los elegidos, concluye Bovero.

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Jesús Cantú Escalante es cotitular de la Cátedra de Investigación “Democracia y Estado de Derecho”, y profesor-investigador de la Escuela de Graduados en Administración Pública y Política Pública.